MEMÒRIA HISTÒRICA.
FITXES DE MILITANTS.
81: CONSTANZA MARTÍNEZ PRIETO
Ravensbrück, ficha nº 43224
Nació en Madrid el 16 de enero de 1917, en la calle Argumosa nº 5 del barrio de Lavapies. Falleció en Barcelona en 1996.
Mas tarde su familia se mudó al cercano callejón del Hospital. Su padre
era peluquero y Constanza no lo conoció porque murió cuando tenía
diecisiete meses. Su madre se puso a servir y la dejó al cuidado de la
abuela. Después de seis años de viudez se volvió a casar con un hombre
muy trabajador pero celoso de que la madre quisiera más a Constanza que a
él. Cuando tenía trece años su madre murió de un cáncer. Durante dos
años permaneció el padrastro en la casa familiar como en una pensión (le
lavaban la ropa y le hacían la comida, además de la habitación a cambio
de 7 duros a la semana). Al cabo de dos años el padrastro marchó y las
dos mujeres quedaron en situación económica muy precaria hasta que una
tía en mejor posición económica las protegió. Pago los estudios de las
oposiciones a Constanza y la joven a cambio la ayudaba en las tareas
domésticas. Era buena estudiante y aprendió francés, taquigrafía y
mecanografía. Constanza estaba afiliada a las Juventudes Socialistas
Unificadas (JSU) y trabajaba en la redacción de un periódico destinado a
los combatientes.
Cuando el Gobierno aconsejo a los que no trabajaban en la retaguardia
ni en el frente que abandonasen Madrid a fin de disponer de más recursos
para los que combatían, abandonaron la ciudad con gran frustración por
parte de Constanza.
En diciembre de 1936 fueron a Barcelona y las llevaron a Sentmenat
recalando en una torre llamada “Can Baigual” que los propietarios habían
abonado al huir de España. Constanza estuvo cuidando al hijo pequeño y
enfermo de una familia de tres hijos a los que nunca olvidó por su buena
acogida y un día de 1938 en que acompañaba a su tía a recoger una
documentación para su tío José Castro Rada a las oficinas del PSUC, se
encontró a un antiguo compañero de Madrid, Ramos Flores, que le propuso
que trabajara como mecanógrafa en la Comisión Política Militar del
Comité Central del PSUC hasta que en enero de 1939 partió a Figueres
donde continuó colaborando en el Castillo de San Fernando. En el mes de
febrero los bombardeos se incrementaron y partieron a Francia junto a
mujeres y niños, llegando a Normandia en el Departamento de Caen los
instalaron en un local que había sido utilizado para colonias
infantiles. Constanza y sus compañeras consiguieron permiso para dar
clases a aquellos niños y a los de otro campo cercano.
Cuando Francia entró en guerra las autoridades francesas las
presionaron para que regresaran a España. Muhas y muchos españoles
acabaron volvieron pero ella siempre se negó. Contactó con compañeras
catalanas del PSUC con quienes compartió un piso mientras cuidaba un niño enfermo
hasta que recibieron la orden de regresar al campo de concentración y
al poco tiempo los trasladaron a Sées y los concentraron en un
Seminario. Constanza en cuanto pudo se fue a Nantes con una amiga y
empezó a trabajar para los alemanes. Allí se relacionó con la
resistencia y empezó a colaborar.
Actuó de enlace desde la formación de la O.S. entre
Saint Nazaire y Nantes. El trabajo de enlace es de gran responsabilidad
pero de poco relieve al no ser un “hecho de armas”. Fue detenida el 27
de junio de 1942 en una redada en la que cayeron más de ciento cincuenta
españoles de Paris, Sant Nazaire, Nantes, Rennes, La Rochelle y
Burdeos. Ocho de estos ciento cincuenta eran mujeres de las que cinco
fueron condenadas a dieciocho meses de prisión y tres se beneficiaron de
un “non lieu”. En la comisaría coincidió y conoció al que después fue su marido, Joan Escuer Gomis, de Cornudella de Montsant, Tarragona, y miembro también del PSUC y de la Resisténcia.
El juicio se celebró del 3 al 11 de diciembre de 1943. Constanza y Joan
Escuer se habían visto por primera vez en comisaria y los juzgaron
juntos. Al llegar, Joan saludó a Maria y disimuladamente le dio un
papelito a Constanza que creyó que serían noticias, cosignas o
simplemente una carta para las mujeres de la cárcel. De regreso a la
celda, vió que se trataba de una declaración de amor “en toda regla”
según la costumbre de entonces. Al día siguiente y en pleno juicio,
Constanza le dio el sí. Fueron condenados a dieciocho meses que en
principio no debieran haber cumplido por haber pasado ya un año y medio
en la cárcel pero no fué así y los trasladaron a un antiguo cuartel
parisino llamado Les Tourelles. Hombres y mujeres estaban en el mismo
edificio y se veían en el locutorio dos veces por semana. De esta forma
iniciaron sus relaciones.
Cinco meses después en 1944 y sin saber el porqué de esta
discriminación les pusieron en manos de los alemanes. Fueron a la
prisión de Fesnes y después los hombres a Compiène y Constanza al fuerte
de Romainville y de allí a Ravensbrück. Joan Escuer fue deportado a Dachau.
Días después las llevaron a Leipzig a trabajar a la fábrica de la
empresa Harrag, en la producción de guerra con una vida similar a la de
todas las deportadas: doce horas de trabajo diario, poquísima y pésima
comida, ninguna higiene, asistencia medica inexistente, malos tratos,
interminables esperas dos veces al día con el pretexto de pasar lista
bajo un sol de plomo o con los pies en la nieve y al menor gesto de
rebeldía o deficiencia física, la inclusión en los convoyes que se
hacían periódicamente con destino a Ravensbrück de donde dependía
Leipzig, la cámara de gas y el horno crematorio.
Explica como anécdota que debía la vida a un par de gafas. Estaba
obligada a llevarlas desde la infancia y al día siguiente de su llegada a
Leipzig una varilla se rompió. La SS dijo que ella se la haría arreglar
pero lo cierto es que no las volvió a recuperar. Los primeros días lo
pasó fatal pero un tiempo después se alegró profundamente pues en un
Apell, el comandante del campo hizo salir a todas las mujeres que
llevaban gafas y las enviaron a la cámara de gas. Parece ser que se
había descubierto un sabotaje y que lo achararon a falta de visión y a
todas las que llevaban gafas las dieron por inútiles.
Su trabajo consistía en controlar la rosca donde iba el fulminante en
las fundas para obuses de la DVA. Un día fue un jefazo a controlar su
trabajo y resultó una catástrofe. Las fundas que tenía en el carro ya
casi lleno eran todas defectuosas. Vino la SS dando unos gritos
espantosos y haciendo gestos de amenaza pero el alemán que llevaba mi
maquina y al que llamábamos “el Mechitas” grito más que ella. Constanza
no comprendía el alemán y no sabía lo que estaban diciendo pero el
resultado fue que ese obrero alemán, padre de familia y que tenía tanta
hambre como ella la defendió como si fuera su hija y no pasó nada. Ella
se veía ya, por lo menos, el pelo rapado, 15 días de calabozo y un
enorme palizón. No le pasóo nada y Constanza siempre agradeció el gesto
de este alemán en sus testimonios sobre lo ocurrido.
Ante la llegada de los ingleses los nazis hicieron evacuar el campo.
Era el 14 de abril de 1945, Paquita (Mercedes Núñez) que se encontraba
en la enfermería, había confeccionado no se sabe de qué forma, unas
banderas republicanas para las ocho españolas del campo y luciéndolas se
pusieron en camino hacia Dresde, al principio bajo la vigilancia de los
nazis pero poco a poco se fueron apercibiendo de que esta vigilancia
había desaparecido y tras tomar las debidas precauciones por si era una
estratagema para ametrallarlas a todas (aunque los nazis no necesitaban
excusas), se fueron separando en pequeños grupos de la columna.
El grupo de Constanza formado por tres españolas y una francesa fue
recogida por unos prisioneros de guerra (un checo, un yugoslavo y un
italiano) que trabajaban en una granja y donde las tuvieron escondidas
hasta que llegaron las tropas soviéticas que las concentraron en un gran
campo y posteriormente las llevaron a Turgao, después, las tropas
americanas las repatriaron a Francia donde fueron acogidas en el hotel
Lutecia. Allí encontró a su marido que hacía ya quince días que había
sido repatriado. Su alegría al verse fue inmensa pero quedo rápidamente
empañada por la tristeza de enterarse a medida que iban encontrándose
compañeros españoles conocidos de la muerte de muchos otros que quedaron
en los Campos de la Muerte y que no tuvieron la dicha de ver su victoria
que tan cara había costado.
La acogida de deportados se organizó por municipios y Constanza y Joan
estuvieron en el de Saint Ouen, cerca de Paris. Estaban en unas barracas
bien arregladas y muy limpias todo muy sencillo pero limpio y
provisional hasta que encontraran a la familia o pudieran valerse por
ellos mismos. Al cabo de unos días fueron a la prefactura a pedir su
documentación y se fueron a vivir a Sés con la tía de Maria con quien
estuvieron dos años. Joan trabajaba en una cantera y Constanza en una
tienda de café torrefacto. En su condición de exdeportados tenían doble
racionamiento. Pasado un tiempo Joan encontró trabajo en Paris y se
mudaron allí donde nacieron sus dos hijos Joan en 1949 y Dèlia en 1951. Mantuvieron militancia en el PSUC y Joan fué el responsable del Partido
en la región de París-Norte; ámbos organizaron inumerables campañas de
denúncia del régimen de Franco y de solidaridad con los presos y exiliados españoles así como con los exdeportados.
Al cabo de diez años les dieron un piso y en él permaneció la familia
hasta 1972 en que regresaron a Sentmenat, pueblo del que Constanza tenía
muy buenos recuerdos.
Constanza tenía una artrosis degenerativa que fue devastando su columna
como consecuencia de lo sufrido en la deportación, sufrió dos infartos y
una angina de pecho pero continuó dando testimonio de los hechos
acontecidos en los campos de concentración nazi. Fue Vicepresidenta del
Amical de Mauthausen y falleció en Barcelona el 3 de enero de 1997.
Per saber-ne més:
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada