MEMÒRIA HISTÒRICA.
FITXES DE MILITANTS.
67: HERMINIO ALMENDROS IBÁÑEZ.
Herminio Almendros Ibáñez. (Almansa, Albacete,
1898-La Habana, Cuba, 1974)
Pedagogo, regeneracionista, comunista, seguidor de los
postulados emanados de la Institución Libre de Enseñanza, Herminio
Almendros Ibáñez es una de las figuras clave en la historia de la
educación española del siglo XX.
Hijo de un empleado ferroviario y maestro de obras,
Herminio Almendros nació en la albaceteña ciudad de Almansa el 9 de
octubre de 1898. En 1912 la familia se traslada a Albacete y dos años más
tarde se matriculó en la Escuela Normal de Alicante, en la que obtuvo el
título de maestro con brillantes calificaciones en 1918.
Realiza el servicio militar en Alicante y África,
donde vive el conflicto con Marruecos. Al finalizar este periodo, logra
matricularse en 1921 en la elitista Escuela de Estudios Superiores del
Magisterio en Madrid, donde se formaban los profesores de las Escuelas
Normales y los futuros inspectores de Educación. Aquí conoció a un
personaje de gran influencia en su vida, Alejandro Casona (Besullo,
Asturias, 1903-Madrid, 1965) y también a quien habría de ser su esposa,
María Cuyás Ponsa. Frecuentó el Ateneo y se relacionó con Bartolomé Cossío,
impregnándose de los ideales de la Institución Libre de Enseñanza. Obtuvo
el número uno de su promoción.
Entre 1926 y 1928 fue director del Centro de
Formación Agrícola e Industrial «Sierra Pambley» de Villablino (León), y
en 1928, casado con María Cuyás y recién nacida su hija María Rosa, fue
destinado a Lleida como inspector de Enseñanza Primaria. En esta ciudad,
el profesor de la Escuela Normal Jesús Sanz, recién llegado de la
Universidad de Ginebra donde había conocido los métodos pedagógicos del
francés Célestin Freinet, lo puso al corriente de este novedoso sistema de
enseñanza que utilizaba la imprenta en la escuela. Almendros quedó
impresionado.
La proclamación de la República en abril de 1931
propició la creación de las Misiones Pedagógicas en las que Herminio
Almendros intervino con su gran amigo Alejandro Casona, director de «El
Teatro del Pueblo». Ambos llevaron libros, discos y cine hasta el Valle de
Arán y el alto Aragón, entre otros destinos. El curso 1931-32 fue
destinado como inspector a Huesca –vivió en la calle Costa–, donde conoció
a Ramón Acín y al maestro de Plasencia del Monte Simeón Omella, a quienes
introdujo en el método Freinet que caló rápidamente en los dos avanzados
maestros. Almendros y su esposa, María Cuyás, se relacionaron rápidamente
con Ramón Acín y Conchita Monrás, hasta el punto de que las hijas de Acín,
Katia y Sol, educadas al margen de la escuela oficial, recibieron clases
particulares de María Cuyás. En 1935, en
Huesca, tuvo lugar el Segundo Congreso de la Imprenta en la Escuela. «Freinet
es Mahoma en esto de la imprenta escolar, –escribió Acín en el
Diario de Huesca en julio de este año– y Almendros, capitán de esta
expedición, es su profeta aquí en España».
Almendros marchó destinado a Barcelona, donde
nacerían sus otros dos hijos, Néstor y Sergio; (su hijo Néstor fue uno de los mejores directores de fotografía del cine moderno), y fue nombrado Profesor
Encargado de Curso del Departamento de Técnica y Organización Escolar en
la Universidad.
Pasó la Guerra Civil en la Ciudad Condal, donde se afilió al PSUC, y a finales
de enero de 1939 atravesó la frontera con Francia camino del exilio. Le
acompañaba en este viaje sin retorno el filósofo y gran amigo José
Ferrater Mora. En primera instancia Almendros buscó protección en casa de
Freinet, pero las condiciones de subsistencia eran tan precarias que
obligaron a Herminio a buscar un acomodo más seguro. Alejandro Casona,
desde Cuba, le envió un pasaje para la isla, donde se establecería
desarrollando una brillante carrera hasta su muerte, sobrevenida por paro
cardiaco el 12 de octubre de 1974. La familia Almendros no se pudo reunir
al completo en Cuba hasta 1950.
El trabajo incesante de Herminio Almendros y del también miembro del PSUC el profesor Ramón Costa Jou (exesposo de la conocida maestra comunista catalana exiliada en Chile Dolors Piera Llobera) en la planificación de la enseñanza a partir del minuto 1 de la Revolución cubana no fué la única aportación de los comunistas catalanes exiliados en la isla: El capitán Albert Bayo Giraud como instructor y estratega militar; Francesc Fàbregas actuando en la reforma urbana de La Habana y de las principales ciudades cubanas, o Marino Carrera, antiguo responsable del PSUC en la Hispano Olivetti... el PSUC saludó con entusiasmo la Revolución Cubana, y muchos de sus militantes trabajaron para asentarla con éxito: así, inspirados en la legislación catalana de la República, educación, salud pública, urbanismo, agricultura, etc, fueron ámbitos en los que la aportación de miembros del PSUC tuvo gran relevancia, tal como explicaban, orgullosos, el propio Fidel Castro o Ernesto Ché Guevara.
Herminio Almendros publicó decenas de artículos
periodísticos y colaboró en las más importantes revistas especializadas,
igualmente escribió casi medio centenar de obras a lo largo de su vida:
ensayos, literatura infantil o divulgación de la figura de José Martí,
destacando por su interés, entre otras, La imprenta en la escuela. La
técnica Freinet (1932), A propósito de la Edad de Oro de José Martí
(1956), Cosas curiosas de la vida de algunos animales (1964) o
Nuestro Martí (1965).
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